En vez de prepararse para votar por su esposo, Juan Sebastián Chamorro, en las elecciones del domingo en Nicaragua, Victoria Cárdenas cuenta el tiempo transcurrido desde que lo detuvieron.
Por BBC
“El último día que lo vi fue hace cinco meses, cuando lo secuestraron en mi casa en horas de la noche, sin orden de captura y sin orden de allanamiento”, dice Cárdenas a BBC Mundo.
Ocho patrullas llegaron al lugar aquel 8 de junio, agrega. Policías armados saltaron los muros y tomaron por sorpresa a ella y a Chamorro, que se preparaban para cenar.
“Él estaba de rodillas con las manos arriba, decía que no estaba huyendo y que por favor no me hicieran nada a mí”, relata. “No sé cuántos lo habrán agarrado; es como que lo desaparecieron, porque fue tan rápido que no lo vi”.
Así, Chamorro pasó a ser uno de los siete potenciales candidatos opositores a la presidencia de Nicaragua arrestados y que este domingo no podrán competir con Daniel Ortega, que busca casi sin rivales un cuarto mandato consecutivo.
En total la justicia, a la que acusan de actuar al servicio de Ortega, ordenó este verano más de una docena de detenciones en base a la Ley de Defensa de los Derechos del Pueblo a la Independencia, la Soberanía y Autodeterminación, aprobada en diciembre de 2020.
Los precandidatos detenidos son apenas un subgrupo de lo que muchos llaman “presos políticos” en el país centroamericano, y quizá también la mayor señal de la deriva autoritaria de Ortega y de Rosario Murillo, su esposa y vicepresidenta del país.
Berta Valle, esposa de Félix Maradiaga, otro de los precandidatos presos, sostiene que la votación del domingo será “una farsa electoral” para “legitimar una dictadura”.
“Mis candidatos están presos injustamente por haber defendido su derecho ciudadano de elegir y ser electos, entonces para nosotros este proceso electoral tiene que ser desconocido”, dice Valle a BBC Mundo.
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