Merrill era hombre, al igual que Lynch. ¿Y Goldman? Varón, así como Sachs. Charles Schwab es hombre, como también lo fue E. F. Hutton. Gordon Gekko era un macho alfa. ¿También Jordan Belfort, el Lobo de Wall Street? Pero por supuesto.
Por Infobae
Héroes o villanos, triunfadores o perdedores, reales o imaginarios, nuestros inversionistas icónicos son muy muy masculinos. Pero eso es un error, pues resulta que casi siempre las mujeres son mejores cuando se trata de inversiones.
Este mes, la empresa Fidelity Investments ofreció la prueba más reciente: durante un periodo de diez años, sus clientas ganaron, en promedio, 0,4 puntos porcentuales más al año que sus contrapartes varones. Quizás no parezca mucho, pero al paso de unas cuantas décadas puede sumar decenas de miles de dólares o más.
“Esto nos enseña a invertir como mujeres”, comentó Lorna Kapusta, directora de inversionistas mujeres y compromiso del cliente en Fidelity.
Esta no es la primera vez que los investigadores han descubierto que las mujeres son mejores inversionistas. No obstante, lo sorprendente de este fenómeno es que parece que ni los hombres ni las mujeres son conscientes de ello y terminan privándose de algunas lecciones que pueden ayudarles a invertir mejor a ambos.
El análisis de Fidelity incluyó 5,2 millones de cuentas de los clientes (algunas personas tenían más de una) de 2011 a 2020. Revisó cuentas individuales para el retiro, 529 planes y cuentas de corretaje básicas que manejaban las personas (no los asesores financieros), pero no las cuentas de las empresas, como los planes de jubilación. No se excluyó ninguna estrategia: se monitoreó a quienes compraron y vendieron acciones individuales al igual que a quienes se mantuvieron en los fondos de inversión.
La razón por la que las mujeres obtienen mejores rendimientos es por la manera en la que compran y venden. O, más bien, por la manera en la que no hacen esto. Las clientas de Fidelity compraron y vendieron la mitad de lo que lo hicieron los clientes varones. Vanguard detectó patrones parecidos también durante una década cuando analizó las cuentas para el retiro de las empresas que maneja; durante ese periodo, cada año, al menos el 50 por ciento de los varones hicieron más transacciones con ellas que las mujeres.
Esto está muy mal. En un artículo que se ha vuelto clásico publicado en el año 2000 en The Journal of Finance que se titula “Trading Is Hazardous to Your Wealth”, dos profesores, Brad M. Barber y Terrance Odean, demostraron justo eso. De 1991 a 1996, los inversionistas individuales que compraron y vendieron más obtuvieron un rendimiento anual de 6,5 puntos porcentuales menor al desempeño general del mercado de valores.
El año siguiente, en otro artículo llamado “Boys Will Be Boys” estos dos profesores abordaron el tema de las transacciones y el género. Desde luego que las mujeres también compraron y vendieron más de lo que debían y, de 1991 a 1997, sus transacciones redujeron sus ganancias netas 1,72 puntos porcentuales al año. Pero las transacciones todavía más frecuentes en las que incurrieron los hombres hicieron que sus rendimientos disminuyeran 2,65 puntos porcentuales, más del doble del mal desempeño en el caso de los varones que detectó Fidelity años más tarde.
¿Por qué los hombres compran y venden demasiado? Barber y Odean se lo atribuyen a una seguridad excesiva. ¿Y de dónde procede este exceso de seguridad? William J. Bernstein, un neurólogo que hace algunos años centró su atención en el campo de las inversiones, señala que se debe a la testosterona.
Esta hormona es la causante de tres problemas que tienen los inversionistas: reduce el temor, aumenta la ambición y contribuye mucho al exceso de seguridad.
“Hace cosas maravillosas en la masa muscular y en el tiempo de reacción, pero no ayuda gran cosa para el discernimiento”, comentó.
Si actúas con poco miedo, es muy probable que resultes muy perjudicado cuando los mercados caigan, puesto que tendrás demasiado dinero en el tipo de inversiones equivocado. De igual manera, una ambición desmedida puede llevarte a correr demasiados riesgos. En cuanto al exceso de seguridad, Bernstein, quien es autor de libros como “The Investor’s Manifesto”, sugiere una pregunta que uno mismo debe hacerse: ¿qué tan seguro estoy de lo que estoy haciendo?
“Cuando estás seguro de algo en el tema de las finanzas, estás loco”, explicó.
En cambio, quizás las mujeres no tengan tanta seguridad como deberían. Las pruebas de Fidelity en este tema son en verdad deprimentes: en una de sus encuestas de 2017, se descubrió que solo el 9 por ciento de las mujeres pensaban que podían ser mejores inversionistas que los hombres. Este año, solo el 14 por ciento de las mujeres dijeron que tenían muchos conocimientos sobre ahorros e inversiones y el 33 por ciento, que se sentían seguras tomando decisiones sobre inversiones.
Las inversiones no tendrían que implicar palabras raras ni ser complicadas. Basta con comprar unos cuantos fondos que incluyan todas las acciones o bonos de un segmento del mercado en especial, correr un riesgo razonable según nuestros objetivos de inversión y horizonte de tiempo y dejar ahí el dinero hasta que lo necesitemos.
Esta última parte es importante debido a que el éxito en las inversiones tiene mucho que ver con nuestro comportamiento. Las cosas básicas de las inversiones se pueden aprender en cinco minutos, pero, para tener éxito, hay que controlar las emociones durante cinco décadas o más.
Eso es lo que concluyen estudios como el de Fidelity. Y cada vez que aparece otro similar, vale la pena gritar los resultados a los cuatro vientos para que más mujeres se animen a comenzar a invertir o a seguir haciéndolo, de tal modo que esto las lleve a tener un éxito gigantesco.
En una entrevista de esta semana, Odean, profesor de Finanzas en la Escuela de Negocios Haas de la Universidad de California, campus Berkeley, justificó a algunos hombres. Después de todo, tal vez una parte del dinero de las cuentas de Fidelity que la empresa analizó era una especie de dinero para arriesgar.
Odean no considera que esté mal que la gente apueste en acciones el dinero que puede darse el lujo de perder, si ese es su concepto de diversión. Eso podría ser el diez por ciento de su cartera total y dejar el resto de las inversiones sin mover mientras aprovechan todas las acciones o los bonos del mercado.
Entonces, esta es una pregunta para las mujeres que viven en matrimonios heterosexuales y para los hombres que están en matrimonios homosexuales: si hace mucho tiempo le otorgaste a tu esposo la responsabilidad de realizar las inversiones, tal vez ahora sea un buen momento para comenzar a charlar y asegurarte de que en tu hogar se esté siguiendo la regla del 90/10.
“No es que todos los esposos anden por ahí comprando GameStop”, explicó Odean. “Pero si tu marido sí, tal vez te convenga asegurarte de que esté invirtiendo poco dinero y no mucho”.