La que una vez fue considerada como la frontera “más activa de América”, actualmente es comparada por sus habitantes con pueblos abandonados e incluso con “Casas Muertas”, la novela del escritor venezolano Miguel Otero Silva, en la que describe la desolación de un pueblo como consecuencia de epidemias y la emigración de sus habitantes.
El cierre de pasos fronterizos formales que comunican al Norte de Santander en Colombia con el estado Táchira en Venezuela, ocasionó el cierre de centenares de fabricas y la perdida de miles de empleos.
Unas 2.000 unidades conformaban el parque automotor para el transporte de mercancía, cifra que quedó reducida a unas 200, asegura Max Vázquez, presidente de Fedecamaras Táchira, organización que reúne a los empresarios de la entidad.
“Hace 5 años, cerca de 30.000 personas cruzaban la frontera desde Colombia a Venezuela para trabajar en nuestras empresas, en nuestras fabricas acá en nuestro estado. Esa gente se quedó sin empleo del lado colombiano. La producción industrial que había aquí se redujo a nada, cero”, dijo a VOA.
El representante del sector empresarial califica como positivo el anuncio de “apertura comercial” y asegura que, a pesar de que deben resolver diversos problemas estructurales, entre ellas las fallas eléctricas, tienen expectativas sobre la apertura del paso comercial.
“Porque significa la posibilidad de reapertura de miles de empresas que están cerradas en este momento, que trabajan con insumos que vienen de Colombia o que tienen en Colombia su principal mercado. Nos queda la dificultad de reiniciar el trabajo de las empresas que tienen ya más de dos años paradas, buscar el personal, resolver el problema de combustible para el transporte de la mercancía”, explicó.
Ciudadanos afectados
Guillermo Paz es habitante de Ureña en la frontera con Colombia, a unos 855 kilómetros al suroeste de Caracas, y narra cómo el cierre formal de la frontera ha impactado negativamente a los habitantes de ambos países.
“La zona industrial de Ureña que era pujante quedó prácticamente convertida en un cementerio de galpones. Ureña se destacó mucho por las fabricas de zapatería y ropa, la mayoría está cerrado. El acceso del turismo se vio mermado y de igual manera en Cúcuta”, cuenta.
Describe que los habitantes de ambos países se han visto obligados a cruzar la frontera a través de pasos ilegales, conocidos como trochas.
“Se estableció un negocio ilegal, son controladas por ilegales y apoyados a veces por algunos uniformados. Aquí en Ureña hay varias trochas y hay que pagar a las personas que están ahí, hay unos que llaman guerrilleros. Se les da un aporte y se gastan unos 10.000 pesos”, detalla.
Guillermo necesitaba comprar unas medicinas y el martes cruzó a Cúcuta. Pudo pasar a Colombia, pero se permitía el paso “solo a personas de tercera edad y con receta médica”, insistió.
Como muchos otros habitantes de poblaciones fronterizas, se muestra escéptico ante el reciente anuncio del gobierno venezolano.
“Yo creo que todo este movimiento, todos esos anuncios tienen origen en la campaña electoral, para tratar de ganar votos para las elecciones. No hay confianza porque ya habían anunciado para esta semana que abrirían los puentes y no se hizo la apertura”, opina.
Con información de VOA.
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