Los funcionarios, con trajes de protección blancos, sepultaron 15 cuerpos -12 adultos, dos osamentas y un feto- en el pequeño camposanto de Guayabillo en Agua Fría. Un sacerdote con un crucifijo, una vela y dos flores blancas colocadas sobre una pequeña mesa al lado de la fosa realizó una ceremonia sencilla. En las bolsas de los cadáveres se colocaron en una hoja blanca plastificada indicaciones como “Desconocida en Bajo Grande”, “Desconocido de Rio Tuqueza”, “Infanta desconocida” y “Osamenta desconocida”.
Por El Comercio
“Es la mínima cosa que se puede hacer, enterrarlos dignamente”, dijo a The Associated Press el sacerdote Nicolás Delgado Diamante, quien lleva 25 años en Darién.
Desde hace mucho los migrantes que logran sobrevivir el cruce de la inhóspita jungla del Darién han dado testimonio de la presencia de numerosos cadáveres a lo largo de una ruta en la que se topan con un tramo al que llaman la “Montaña de la muerte”, con ríos caudalosos -especialmente en temporada de aguaceros-, insectos y víboras venenosas. Sin embargo, se sabía poco sobre lo que sucede con los cuerpos de esos migrantes que mueren durante un cruce de varios días ya sea por enfermedades naturales, accidentes, ahogamientos u otras causas.
En lo que va del año se han recuperado al menos 50 cuerpos en Darién, según los reportes de las autoridades forenses y de investigación.
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