Vista de la entrada de la planta termoeléctrica de Matanzas en Cuba | Foto Cibercuba
La energía eléctrica no levanta cabeza y empalma una crisis con otra. Apenas ha pasado un mes desde los problemas de suministro que en mayo llegaron a provocar la suspensión del trabajo en empresas no indispensables y la Unión Eléctrica está advirtiendo a los cubanos de que tendrá que organizarse para apagones de cuatro horas diarias.
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“Como se informó el pasado sábado 19 del presente mes, las limitaciones tecnológicas en los bloques de generación térmica, unido a las unidades que se encuentran en mantenimiento, las averías ocurridas en las últimas horas y las limitaciones para la distribución de combustible a los grupos electrógenos de la generación distribuida han provocado afectaciones al servicio eléctrico”, indicó la empresa estatal el miércoles, citada por 14ymedio
Las distintas delegaciones provinciales de la eléctrica están comunicando a diario las zonas y horarios regulados en un imposible intento de calmar a la población, que tiembla ante la posibilidad de que la situación se prolongue durante julio y agosto, meses con un calor infernal en los que, sobre todo a determinadas horas, puede ser irrespirable vivir sin un ventilador o aire acondicionado.
Los miedos no son infundados. Lázaro Guerra Hernández, director técnico de la Unión Eléctrica, sostuvo en televisión que “en los meses de verano, básicamente en el mes de agosto” podría haber mejores condiciones para “cubrir la demanda y minimizar las afectaciones al servicio eléctrico”.
El ingeniero argumentó que los problemas están causados por las limitaciones en la capacidad de generación de las plantas térmicas y los motores que funcionan con combustible, mayores fuentes de energía de la Isla.
“Se han diseñado cinco bloques de afectación al servicio para, de alguna manera, garantizar que cada circuito no se afecte más de cuatro horas”, se excusó.
La Unión Eléctrica asegura que trabaja “ininterrumpidamente” para solucionar las averías y pide disculpas por las molestias, pero nada de esto ha apaciguado a los cubanos, que se quejan de un servicio que se ha encarecido en los últimos tiempos y cuya calidad dista de los mínimos exigibles.
A principios de año, con el inicio de la Tarea Ordenamiento, entró en vigor la subida de la tarifa eléctrica, que fue menor de lo inicialmente previsto precisamente por el malestar levantado por las cifras anunciadas. Los montos, en cualquier caso, han seguido siendo elevados para la mayoría de los cubanos, más aún teniendo en cuenta los frecuentes problemas para recibir el suministro.
La Oficina Nacional para el Control del Uso Racional de la Energía lleva casi dos años instando a reducir el consumo con la campaña “Ahorra ahora”, pero la pandemia y las prolongadas estancias en el hogar han impedido con frecuencia cumplir con los objetivos. La mayoría del consumo procede, en todo caso, de las industrias y no de los pequeños consumidores.
La falta de combustible, que llega en menor cantidad desde Venezuela a pesar de que los envíos son constantes, está afectando a la generación de electricidad y el plan para sustituir por energía verde la producción es lento, más aún que en muchos otros países, ya que los ciudadanos están poco estimulados al autoconsumo con placas solares, por las dificultades para importarlas, y los parques eólicos son una estrategia a largo plazo.
El Gobierno pretende cambiar su matriz energética para el año 2030 con la intención de que el 2% de la energía de la Isla (alrededor de 2.300 megavatios) provenga de fuentes renovables, fundamentalmente de centrales bioeléctricas y parques solares. Mientras tanto, los cubanos siguen conviviendo con los apagones.