Preso. Gustavo I. tiene 53 años y está detenido con prisión preventiva desde el 14 de abril pasado. Es empleado de la Municipalidad de Mar Chiquita. Dirigía todas las categorías de la Escuela de Desarrollo Deportivo de Handball de General Pirán. Tenía a su cargo a más de cien chicos. – perfil.com
La detención de un entrenador de handball despertó una enorme conmoción en General Pirán, una pequeña localidad bonaerense de apenas 3 mil habitantes pertenecientes al partido de Mar Chiquita. Lo que sorprende –además de la acusación por trata de personas y abuso sexual con acceso carnal– es que el acusado es una persona reconocida socialmente –con cierto prestigio por la actividad que desarrollaba–, y que tenía a su cargo a más de cien niños, niñas y adolescentes.
Por: Perfil.com
Esta supuesta “doble cara” de Gustavo I. (53), DT y principal referente de la Escuela de Desarrollo Deportivo de Handball de General Pirán, no deja de asombrar. “El profe”, como lo conocen todos, está preso desde el 14 de abril pasado, a partir de la denuncia que realizó una joven venezolana de 21 años que fue rescatada por la Policía cuando estaba retenida contra su voluntad en la casa del acusado, donde además habría sido sometida sexualmente en reiteradas ocasiones. Por si esto fuera poco, en las últimas semanas apareció otra denunciante –del mismo origen que la anterior– y la fiscal Laura Mazzaferri, a cargo de la investigación, no solo le sumó una nueva imputación, sino que además sospecha que podría haber más víctimas.
Las denuncias coinciden en muchos aspectos y revelan un aberrante modus operandi muy similar en ambos casos. La primera víctima contó que el acusado la contactó por un grupo de Facebook de venezolanos que buscan trabajo en nuestro país, que le hizo una oferta laboral y que incluso el entrenador se comprometió a costear los gastos del viaje.
Calvario. María Gabriela –su nombre no es real y se reserva para preservar su identidad– aceptó la propuesta, aunque para ella no fue nada sencillo el traslado a la Argentina. Lo hizo por tierra después de sortear cinco fronteras. A Ecuador, por ejemplo, llegó en balsa y hasta perdió el equipaje. Once días después, finalmente, desembarcó en nuestro país, según detalla el sitio fiscales.gob.ar.
El 15 de marzo ingresó a la provincia de Jujuy por el paso fronterizo de La Quiaca-Villazón, en Bolivia. Se había quedado sin dinero. Según la investigación, el profesor le transfirió 800 dólares mediante una agencia ilegal que funciona en Colombia, pero cuando arribó a la Argentina le giró 7.300 pesos más para que pudiera continuar el viaje hacia Buenos Aires.
Con esa plata, la víctima llegó en tren hasta la estación de General Pirán, donde el acusado la estaba esperando y la llevó hasta su casa. De acuerdo con la investigación, en su domicilio particular la habría sometido a una situación de esclavitud extrema, abusando sexualmente de ella en varias oportunidades y “sin mediar métodos de profilaxis”. En su vivienda, además, la mantuvo amenazada y hasta controlaba las conversaciones telefónicas que realizaba con su familia. Cuando el entrenador debía salir de su casa por algún motivo, María Gabriela era encerrada con las puertas bajo llave y las ventanas trabadas con postigos.
Además, y como un elemento de coacción que es habitual en los casos de trata de personas, el entrenador habría comenzado a reclamarle el dinero que le había enviado para costear el viaje a nuestro país.
“Me trajo porque me quería para él, solamente para él, por eso no me dejaba salir, nunca me propuso otra cosa”, le contó la mujer al equipo de asistencia del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
En su declaración en sala Gesell, la joven aclaró que “nunca entabló previamente una relación sentimental con el imputado y que este nunca le planteó una relación de pareja”, como aseguró el acusado en su indagatoria.
La víctima fue rescatada por la Policía Federal (PFA) unos diez días después de su llegada a General Pirán. Aprovechó una salida de su supuesto captor para cargar el teléfono celular y denunciar el calvario que estaba sufriendo. María Gabriela no sabía siquiera la dirección de la casa en la que se encontraba. Le indicaron que abriera el Google Maps y les pasara la ubicación. De esa forma pudieron rastrear su localización. Cuando ingresaron a la casa, estaba escondida debajo de la cama. Y aterrada.
Gustavo fue detenido inmediatamente. En su declaración indagatoria, explicó que la joven “le contó su situación en Venezuela y que eso lo motivó a ayudarla”. Sin embargo, la fiscalía entendió que se trató de un “claro intento de captación que suele darse en este tipo de delitos, pues prácticamente sin conocerla, le realizó a la víctima una oferta laboral aprovechando la difícil situación económica que atravesaba en su país de origen”.
El otro caso. Lo que supuestamente le pasó a María Gabriela en General Pirán no se trataría de un hecho aislado. En las últimas semanas apareció otra joven venezolana que dice haber pasado por la misma situación en el año 2018.
Elizabeth –un nombre falso para preservar su identidad– se animó a contar su historia cuando supo que el DT había sido detenido. Su versión agravó automáticamente la situación procesal del acusado.
La mujer reveló que también fue contactada por Facebook, que el acusado le ofreció una oportunidad laboral que ella terminó aceptando para mejorar la situación económica de sus dos hijos. Elizabeth llegó a Mar del Plata en noviembre de 2018 y desde allí el acusado la llevó hasta General Pirán.
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