A poco más de una semana de la tragedia que enlutó al pueblo de Las Tejerías, los barrios El Béisbol, La Quebrada y Libertador continúan cubiertos de barro, tierra, piedras y escombros.
Hoy, las víctimas de este deslave, que ha dejado un saldo de 54 fallecidos y ocho desaparecidos -de acuerdo al reporte oficial ofrecido este lunes-, se encuentran entre la desesperanza de ubicar a sus seres queridos y el miedo de permanecer años en los refugios habilitados por el gobierno.
Rafael Negrín se encontraba con su hija, sus hermanos y su sobrino al momento de la tragedia. Como muchos, lograron sobrevivir porque subieron a la montaña. Su madre y sus dos tías, que se encontraban en la Iglesia Evangélica Guerreros de Cristo, no lograron salir con vida.
A los pocos días habían dado con los cuerpos de su madre, Senovia Grinzone; y el de su tía, Alpide Grinzone; a quienes enterró el 12 octubre, día de su cumpleaños. Sin embargo, su tía Francisca Rodríguez para la tarde del sábado aún no ha aparecido.
«La estamos buscando, pero ya para el tiempo, mientras más días pasen, más horas pasen, me imagino que es muchísimo más difícil. Han aparecido muchos cuerpos, pero no se reconocen absolutamente nada», dice, con pesar.
Recuerdos
Con maquinarias de construcción, funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana y del Ministerio de Obras Públicas, junto a Protección Civil, han ido despejando la zona Industrial, El Matadero y parte del sector El Béisbol de Las Tejerías, hasta donde han llegado las labores de limpieza y recuperación.
Por su parte, los vecinos, con picos y palas, se han encargado de limpiar las casas que no fueron arrasadas por el deslave, tratando de rescatar algunos recuerdos de lo que han sido sus hogares por años.
De la vivienda de Betsy García aún quedan las ruinas de una parte, que la quebrada no arrasó; mientras que la de su mamá y su hermana, quedó reducida a escombros.
Aunque el viernes fueron censados por parte de las autoridades nacionales, se niegan a irse a un refugio para resguardar lo poco que pudo rescatar. «Si me voy para un refugio entonces nos van a terminar de quitar lo que nos queda», asegura.
El gobierno les ofreció reubicarlos en Falcón, Barinas y Cojedes; no obstante, rechazaron la oferta por lo lejos que quedan esos estados. Por el momento, ella y su familia se encuentran en casas de vecinos a la espera de las decisiones gubernamentales.
«Nos dijeron que tenemos que esperar tres meses (para darle respuestas)», indica, mientras le pide al gobierno que los ayude y que les den las casas que «tantos nos ofrecen».
El temor
Pese a la crítica situación en la que se encuentran, varios de los damnificados se niegan a ir a los refugios habilitados por el gobierno nacional ante el miedo de que permanezcan años en ellos, como ha ocurrido en épocas anteriores.
Francisca Pérez perdió su vivienda con el deslave, sin embargo, se ha negado a irse a un refugio. Junto a su esposo, se queda en la casa de su cuñado, ubicada en el sector Antonio José de Sucre de Las Tejerías.
«Nosotros queremos nuestra casita. Necesitamos que nos den lo que nos van a dar porque después llevan a uno a un refugio y ahí lo dejan botado a uno, y eso no lo queremos nosotros. No lo queremos», reafirma.
Rafael Negrín, en cambio, está dispuesto a considerar irse para un refugio, si eso garantiza que le sean asignadas las viviendas con mayor rapidez. «Si nos van a reubicar más rápido estando en un refugio, yo estaría dispuesto (a irse), pero no tenemos la certeza», enfatiza.