Eduardo Castillo, presidente de la Sociedad Venezolana de Acuicultura, y Germán Poleo, director de la Estación de Piscicultura de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado en Yaritagua, estado Yaracuy, alertan sobre la caída abrupta de la producción piscícola en el país, debido al incremento de los costos de los alimentos balanceados, la poca disponibilidad de los insumos necesarios para la producción de peces, el bajo poder adquisitivo de los consumidores y la escasez de combustible en Venezuela.
María Eugenia Díaz // Corresponsalía lapatilla.com
Las declaraciones de ambos expertos venezolanos fueron ofrecidas en el marco de la I Jornada Teórico Práctica “Sistemas de Producción en Acuicultura Continental de los Llanos Venezolanos”, organizada por el Colegio de Ingenieros del estado Apure, en las instalaciones de la Casa de la Cultura en San Fernando de Apure, actividad que contó con la presencia de investigadores de todo el país, quienes intercambiaron los conocimientos en torno a la acuicultura y piscicultura en Venezuela.
La acuicultura es considerada como un conjunto de actividades relacionadas con el cultivo y la producción de organismos acuáticos en agua dulce o salada. En Venezuela se lleva a cabo el cultivo de peces, crustáceos, moluscos, caracoles, algas, entre otros. Mientras que la piscicultura se especializa en el cultivo de peces de alto rendimiento.
“Nada hacemos con producir el pescado, por ejemplo, si no tenemos a quién venderlo. Los productores tenemos problemas con el acceso a los alimentos especializados, porque la mayoría son importados de Colombia, ante la capacidad ociosa en la industria de alimentación animal que podría suplir esos alimentos que vienen de Colombia. Pero en el país hay muchas limitaciones, por lo cual a veces es más fácil importar un producto de Colombia que producirlo en Venezuela”, agregó.
Pese a esta realidad, la acuicultura y la piscicultura se presentan como una alternativa para los venezolanos, porque permite aprovechar los espacios sin uso para producir proteína de alta calidad biológica que sirve para alimentar a la población. Se puede trabajar en estanques, represas o en piscinas, y producir peces de alta calidad para los venezolanos.
“Todo el país está inmerso en esta realidad, en una complejidad que afecta a todos los sectores, pero hacemos nuestros aportes. Venezuela es un país con grandes recursos hidrobiológicos y diversidad de fauna para la piscicultura y acuicultura”, manifestó Castillo.
El investigador lamenta la inexistencia de datos estadísticos oficiales sobre el descenso de la producción acuicultura y piscícola. “Podemos obtener información solo a través del intercambio directo con los productores”, dijo para lapatilla.com.
Resalta las potencialidades del estado Apure en materia de acuicultura, puesto que la entidad llanera no solo es el principal reservorio de agua dulce en el país, sino también cuenta con diversidad de especies como el bagre, el dorado, entre otras.
En Venezuela han surgido investigaciones para impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías en el cultivo de cachamas y bagres, pero en la actualidad son aprovechadas en Brasil y Colombia.
“Brasil produce cerca de 800.000 toneladas de peces de agua dulce; Apure no produce prácticamente nada. Colombia casi 300.000 toneladas de peces de agua dulce y no son muy distintas las condiciones ni de especies ni climáticas, sino simplemente es una cuestión de la situación del país”, dijo.
Para Castillo, el peor depredador ambiental es la pobreza. Al ser consultado sobre la comercialización ilegal hacia Colombia de peces artesanales o exóticos del río Capanaparo, en Apure, explica que estas especies son productos con calidad de exportación.
Estima que la mayoría de los bagres en Apure son vendidos en el mercado por debajo de la talla permitida. Castillo lamenta que nadie controle esa práctica ilícita, pese a la existencia de leyes que regulan estas actividades.
“Ante las necesidades de la población y la falta de ingresos, las familias ejercen actividades de cualquier tipo e incurren en delitos ambientales para poder sostenerse. Por eso, mientras la gente no salga de pobreza y se convierta en gente productiva, van a seguir existiendo la depredación ambiental en busca de la subsistencia”, declaró.
A juicio del profesor universitario Germán Poleo, director de la Estación de Piscicultura de la Universidad Lisandro Alvarado en Yaritagua, estado Yaracuy, la piscicultura en Venezuela ha retrocedido más de 40 años, debido al factor político y las deficiencias en políticas económicas. Manifiesta que no existe una industria piscícola ante la ausencia de la inversión estatal y privada.
“Luego de 45 años de trabajo en la estación piscícola de Lara, actualmente estamos sobreviviendo a esta situación tan grave por la cual estamos pasando. No hay políticas claras sobre la acuicultura, el Gobierno solo se enfoca en potenciar la producción de camarones, porque es el segundo producto de exportación en el país, luego del petróleo”, declaró el entrevistado.
El investigador deplora que en la actualidad solo estén operativas dos estaciones piscícolas: la de San Fernando de Apure y la de Yaracuy, pionera en la producción de bagres autóctonos que tienen alto potencial para ser cultivados.
“En Yaritagua no hemos recibido recursos directos para el mantenimiento de las estaciones piscícolas, desde hace más de seis años. Los trabajadores solo recibimos los salarios, necesitamos apoyo del Gobierno Nacional para fomentar la producción de alimentos de calidad de forma tecnificada”, dijo Poleo.
El especialista reitera que el alto costo de los alimentos balanceados representa el 60% de los gastos de la producción piscícola de alto rendimiento, lo cual hace cuesta arriba el impulso del sector.