Cuando Salud Hernández-Mora encontró a Ana Celsa David, la madre de Otoniel, hablaron durante más de una hora. El encuentro no fue fácil. Al frente, la reportera colombo-española tenía a la mujer que le dio vida -y sin pensarlo, menos quererlo- a uno de los capos más sanguinarios y buscados en Colombia y Estados Unidos. “Es tímido, casi no iba a estudiar porque le daba pena entrar a clases. Perdió como tres años por esa timidez, porque bobo no es”, le dijo de entrada.
Por semana.com
Ana Celsa -quien comerciaba gallinas, marranos y arroz- es humilde, totalmente alejada de las maldades del séptimo de sus hijos, hoy en poder de la justicia colombiana. ¿En qué momento se torció?, preguntó Salud. “Cuando se volvió un hombre de 18 años”, respondió la madre. “En esa tierra había tantos grupos y el ‘pelao’ quería buscar algo por ahí, le parecía que le iba mejor que en la casa”, agregó.
La mujer dejó claro que “si no hubiéramos vivido en una zona tan violenta (Nueva Antioquia) Otoniel habría sido otro. Al narco -según ella- le endulzaron el oído en las cantinas en su mayoría de edad. Ahí le echaron el cuento”, expresó.
El calvario para Ana Celsa fue indescriptible. Sufrió, lloró. Además de Otoniel, Juan de Dios Úsuga -su otro hijo, apodado Giovanni-, también llegó al Clan del Golfo, pero corrió con la peor suerte. Murió en un operativo policial. “Es un sufrimiento muy grande. Uno cría a los hijos y, ¿cuándo va a querer que un hijo se vaya buscando la maldad?”, dijo.
La mujer -agregó en la entrevista- es evangélica pentecostal. Y Dios, contrario a lo que muchos creen, sí la escucha. De lo contrario, “habría muerto”.
Hernández-Mora le recordó que las personas aseguran que a Otoniel le gustan las niñas de 14, 12 años. Y ella respondió que son montajes. “Eso no es así, es muy feo todas esas cosas que dicen, pero no es así, antes hace favores a la gente, les hace casas, carreteras, ayuda a los enfermos. ¿Usted cree que si lo odiaran estaría por ahí? Lo habrían entregado o se habría muerto”, manifestó.
Confesó que “quisiera que se hubieran ido mejor con el Ejército a pagar servicio y a vivir por allá bien bueno, pero como cogieron para el monte, ya después para volver no los aceptan”.
Al momento de la entrevista más de 2.000 hombres de la Policía le pisaban los talones. Otoniel era el narcotraficante más buscado en el país. “Si Dios quiere no lo encuentran en ninguna parte. Es el único que todo lo puede… Si Dios dice que le llegó la hora, pues ahí mismo. Ni un minuto antes muere uno”, dijo en su momento.
Ana Celsa le reconoció a Salud Hernández-Mora que, pese a sus oraciones, “mi hijo está fregado, eso lo sabe usted, no tiene escapatoria. Y él lo sabe, pero Dios es el único que lo guarda. Y es que Dios no vino por los buenos, sino por los malos. Él vino a hablarle a los pecadores; a los justos, no”.
“Pues hay quienes dicen que mejor lo maten a que lo agarren”, le dijo Salud Hernández-Mora. “Es mejor estar vivo que muerto. Yo quisiera que mi hijo estuviera en la cárcel, estaría más seguro y se podría arrepentir e irse al cielo. Y no así, en carrera, eso es duro. Es que uno cuando se arrepiente ya vive pegado a Dios”, le respondió. Es decir, este sábado, cuando las Fuerzas Militares y la Policía dieron con su paradero, el sueño de la mujer se cumplió.
La madre de Otoniel, quien dejó de verlo y comunicarse con él desde años atrás, falleció hace pocos meses. Y no alcanzó a ver su sueño cumplido: un Otoniel preso, antes que muerto, un narcotraficante que, seguramente, tendrá tiempo de arrepentirse e irse al cielo. No obstante, antes de morir, dejó clara la suerte que correría el Clan del Golfo si algo ocurriría con la principal cabeza, su hijo. “Pueden acabar con el hijo mío y resultan diez y veinte más. Eso no se acaba. Y la droga se la están logrando todos, nadie la acaba, todos se la andan cogiendo, no queda por ahí escondida. Y la plata esa, que es mala, no la andan quemando, esa la guardan”.