La serie de surcoreana ‘El juego del calamar’ se ha convertido en una mina de oro para Netflix… Y de polémicas. No está recomendada para menores de 16 años por el alto contenido de violencia explícita en sus escenas, pero algunos niños y adolescentes ya la están viendo. Así lo han denunciado varios profesores en las redes sociales.
Por Marina Alías / vozpopuli.com
El equipo docente de un colegio de Infantil y Primaria de San Sebastián de los Reyes ha tomado cartas en el asunto y ha enviado una circular a todas las familias advirtiendo que ha detectado entre los estudiantes “actitudes y juegos” relacionados con la ficción creada por Hwang Dong-hyuk. Los menores estarían replicando e imitando en el patio del centro algunos de los macabros juegos de la serie.
España no es el único país en el que ‘El juego del calamar’ ha irrumpido con fuerza. En Bélgica y Reino Unido también se han detectado recreaciones de la serie en varios colegios
El colegio sostiene que las imágenes y valores transmitidos en ‘El juego del calamar’ pueden perjudicar seriamente a los niños de la etapa de Infantil y Primaria y ha decidido prohibir disfraces relacionados con la serie en Halloween.
Pero España no es el único país en el que ‘El juego del calamar’ ha irrumpido con fuerza. En Bélgica y Reino Unido también se han detectado recreaciones de la serie en varios centros educativos. No es de extrañar que la ficción se haya colado en la pantalla de varios menores puesto que, según los cálculos de Netflix, en tan solo 17 días ya la han visto 111 millones de personas. Se ha convertido en el mejor estreno en la historia de la plataforma por delante de ‘Los Bridgerton’.
Netflix, smarphones, redes sociales…
El investigador, psicólogo y primer Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid Javier Urra también la ha visto. “Es una serie clasificada para mayores de 16 años, por lo que nadie menor de esa edad debería acceder a ella. Pero a veces llegan a ella a través de sus smartphones o de las redes sociales. Y es una serie que pervierte los juegos infantiles y normales de los niños. No enseña valores, sino contravalores”, explica Urra a Vozpópuli. Es miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y director clínico del centro Recurra-Ginso, donde expertos en salud mental infanto-juvenil tratan distintas problemáticas y trastornos presentados por adolescentes.
“En ‘El juego del calamar’ hay violencia física pero también mucha psicológica que pasa más desapercibida. Hablamos de esta serie porque se ha popularizado y porque se ha viralizado a través de los espectadores, medios y de las redes sociales, pero hay otros problemas mucho más habituales en torno a los centros escolares como pueden ser los retos de TikTok y que también pueden tener consecuencias muy graves”, apunta Urra.
Hay padres que se preocupan porque sus hijos no tomen un yogur caducado, que está muy bien, pero luego les facilitan un smartphone sin decirles cómo hacer un buen uso de él”
“Los padres y los profesores deben hablar con sus hijos y alumnos, respectivamente. Hay familias que se preocupan porque los niños no tomen un yogur caducado, cosa que está muy bien, pero luego les facilitan un smartphone sin decirles cómo hacer un buen uso de él”, considera. Según el psicólogo, muchos padres piensan que por ser nativos digitales sus hijos ya saben usar las nuevas tecnologías. “No es así. El hecho de saber andar no implica que sepas cómo se cruza un paso de cebra o conozcas la señalización”, compara.
Los móviles y las nuevas tecnologías suponen un gran avance en la comunicación, reconoce, pero hay que aprender a hacer un buen uso de ellos. “Los grandes popes de Silicon Valley no permiten que sus hijos tengan teléfono antes de los 14 años. Un chaval con nueve años no tiene capacidad crítica, no se le puede exigir que la tenga y, al igual que no puede beber alcohol, tampoco puede ver series como ‘El juego del calamar’. Creo que hay cierta dejación por parte de algunos padres. En el centro que dirijo los chicos no tienen teléfono y no les pasa nada. Ocupan su tiempo con otras actividades. Hay que facilitar otras alternativas y otras cosas porque, de lo contrario, estarán todo el día frente a las pantallas”, opina Urra.
Más allá de ‘El juego del calamar’
Roger Ballescà, coordinador del Comité de Infancia y Adolescencia del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, asegura a este medio que muchos niños y adolescentes ya están viendo ‘El juego del calamar’. Según el experto, no hay que ser alarmistas, pero tampoco hay que banalizar los asesinatos y la violencia extrema que contiene la serie surcoreana.
“No es que se produzca un efecto inmediato en los jóvenes, pero sí acumulativo. Hay niños que, a corto plazo, se pueden agobiar mucho delante de ciertas escenas y puede generar miedo o ansiedad, pero la mayoría no desarrolla esos problemas. El mayor problema es que los adolescentes que ven ‘El juego del calamar’ no acceden a ella como excepción. Posiblemente son niños que juegan a videojuegos para mayores de edad, que acceden a pornografía… A la larga, podrían acabar banalizando las conductas violentas, tener problemas en su comportamiento y también a la hora de relacionarse”, señala.
Hay que recordar a los padres que los niños tienen el derecho a no acceder a estos contenidos. Parece contradictorio, pero es un derecho
“No es la primera vez que un niño accede a contenidos que no son adecuados. Hay que recordar a los padres que los niños tienen el derecho a no acceder a estos contenidos. Parece contradictorio, pero es un derecho. Principalmente es responsabilidad de las familias, pero la administración también debe procurar que se cumpla con las clasificaciones y hacer avisos más explícitos sobre determinados contenidos y sitios de los sitios de internet”, indica Ballescà.
Ramón Izquierdo, profesor y presidente del sindicato de enseñanza ANPE en la provincia de Guadalajara, considera que ‘El juego del calamar’, como tantas otras series y videojuegos, es una serie clasificada para que no la vean menores . “Las familias deberían controlar el acceso de sus hijos a la plataforma de Netflix. Si esta serie se emitiera en una cadena pública, en un horario en el que pueden verla con más facilidad los menores o estuviera mal catalogada sería un problema, pero no es el caso”, opina Izquierdo.
No obstante, asegura que se puede aprovechar el fenómeno en torno a esta ficción para hacer una llamada de atención sobre el uso racional de las plataformas como Netflix. “Los niños no tienen medios para acceder, si lo hacen es porque se les facilitan. Su núcleo más cercano tiene la responsabilidad de controlarlo”, concluye.