Lapatilla
El último trimestre de 2022 y el primero de 2023 presentaron un revés para el discurso de la «recuperación económica» promovido por la administración de Nicolás Maduro. Analistas advierten que una economía que se limita al comercio y sin impulsar la producción, es insostenible, por lo que muchos de los negocios que surgieron en los últimos años empiezan a quebrar.
Por Brian Contreras / talcualdigital.com
Una plataforma se suspendía en el aire a 50 metros del suelo, elevada por una grúa que sostenía a los 20 comensales que pagaron 150 dólares por una «experiencia gastronómica» novedosa. Era el furor de Altum, con una idea de negocio tan exótica como su plan de sostenibilidad en el tiempo. Tan solo tuvo aliento durante unos cinco meses para luego cerrar, no sin antes, bajar el precio hasta no soportar su propia estructura de costos.
A mediados de abril, días después de que fuese desmontada la grúa que elevaba la plataforma, funcionarios de la Policía Nacional Contra la Corrupción (CNCC) allanaron el restaurante, puesto que el emprendimiento no era solo inviable operativamente, sino que además empezó a ser investigado por la posible conexión de uno de sus dueños, Rafael Hernández, con la trama de corrupción de Pdvsa destapada por la administración de Nicolás Maduro en marzo.
La escueta historia de Altum es el retrato de lo que ha ocurrido con una considerable porción de los negocios surgidos en los últimos años que apuntan a un nicho de mercado de alto perfil, al diminuto porcentaje de la población que genera ingresos superiores a $350 mensuales, ese pequeño fragmento de venezolanos que pueden permitirse pagar una «experiencia» de $150 por persona.
Un estudio publicado recientemente por Equilibrium – Centro para el Desarrollo Económico (Equilibrium CenDE) indicó que solo 7% de la población genera ingresos mensuales por encima de los $350. El grupo con ganancias superiores a los $550 es aún más reducido, pues incluye apenas al 2% de la población venezolana.
Modelos de negocios similares al de Altum, entonces, dejan por fuera a hasta 98% de la población en función de apuntar hacia los altos ingresos. De acuerdo con el economista Daniel Cadenas, en este ímpetu terminan perdiendo de vista al mercado en su práctica totalidad.
«Al generar una sobreoferta en ese segmento de alta gama, generas una oferta insuficiente o inexistente para 95% de la población. No es un segmento, sino del mercado casi en su totalidad. Hay un desbalance obvio en la oferta de bienes y servicios para el segmento de alta gama y para el resto», razonó.
El cierre de Altum es solo una pequeña muestra del desgaste de este modelo. A inicios de año, el presidente de la Cámara Nacional de Restaurantes (Canares), Iván Puerta, advirtió que muchos negocios que abrieron en 2022 cerrarían en el transcurso de 2023, proyectando hasta 70% de clausuras para este año.
«La tasa de mortalidad de los restaurantes creo que va de hasta un 60% o 70%. Ya lo estamos viendo, muchos sitios que abrieron en abril o mayo (de 2022) y ya les está costando llegar a su punto de equilibrio, o nunca llegaron él», explicó en una entrevista para Circuito Éxitos en febrero.
El representante del sector recalcaba que los comerciantes deben buscar un equilibrio entre el precio y la calidad del servicio para mantenerse. Las propuestas con un alto precio encuentran poca demanda, mientras que las más económicas pueden llegar a ser insostenibles si no se planifica bien el modelo de producción y comercialización.
«El comerciante también tiene que entender que debe buscar un equilibrio si quiere tener un balance entre el precio y el valor que le va a dar a las personas. La gente espera más de lo que va a pagar», acotaba Puerta.
En este sentido, Daniel Cadenas agregó que los negocios venezolanos deben adaptarse a la «base de la pirámide», ese porcentaje de la población con menores ingresos que realmente conforma el mercado y, por lo tanto, sostiene la economía.
«Hablamos de atender las necesidades de la base de la pirámide con productos diseñados con una estructura de costos tan baja y eficiente, que puedas ofrecer un precio competitivo, accesible para este mercado. Hacerlo implica un cambio de mentalidad por parte del productor, repensar los productos y procesos de producción, distribución y mercadeo para conseguir el menor costo y la mayor eficiencia posible», subrayó.
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