Por: Jefferson Civira / Monagas
Inseguridad, tumbas profanadas, hurto de lápidas y tapas de mármol, así como monte en cantidades industriales, es parte del completo estado de abandono que se encuentra el cementerio viejo de Maturín.
Debido a los altos niveles de inseguridad, los pocos visitantes que acuden al campo santo, lo hacen un grupos y procuran estar poco tiempo en el lugar. Muchos solo llevan agua, un machete para cortar un poco el monte y flores económicas porque hasta eso se llevan y dejan los objetos de valor como celulares en casa.
Juana Lara quien tiene tres familiares en este cementerio, contó que el lugar se encuentra abandonado desde hace varios años, pero con la gestión del actual alcalde, Wilfredo Ordaz, la desidia se ha acentuado aún más. Las veces que acude a la necrópolis más antigua de la capital monaguense, lleva hasta un cuchillo para defenderse en caso de algún robo.
De noche la oscuridad es total y es que no hay ni un bombillo que ilumine lo que se presta fácilmente para la delincuencia haga de las suyas.
Un trabajador de la Alcaldía narró que hasta una familia con un bebé vive en el lugar. La oficina del registro quedó totalmente desmantelada y la capilla donde está el panteón del Padre Pedro Juan Luciani quien falleciera en el siglo XIX, nombre que lleva este cementerio en su honor.
«Si a este alcalde no le importa nada los servicios de la ciudad como el alumbrado, los semáforos, el aseo urbano, el transporte público, mucho menos le interesa cómo estén los cementerios de la ciudad», manifestó Lara, quien hizo un llamado el próximo gerente capitalino a abocarse en la atención de estos espacios.