as ayudas que reciben las familias en Venezuela a través de las remesas han dejado de convertirse en una fuente complementaria de los ingresos familiares. Factores como la inflación y el aumento de los precios de productos o servicios en los países de acogida limitan la capacidad de los migrantes de honrar ese aporte.
Además, el flujo de remesas ha caído desde el 2021, de acuerdo con Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), cuando se redujo a 49 % en 2022 (10 % menos que en el 2021), lo que se traduce en que hay menos personas recibiendo dinero en Venezuela.
El flujo de remesas que se estimó para 2022 fue algo cercano a 2.730 millones de dólares lo cual representó un incremento de un poco más de 600 millones respecto a las cifras manejadas durante el año 2021. No obstante pensamos que para 2023 esas remesas caerían a 2.450 millones, lo que se traduce en un retroceso de alrededor de 280 millones con respecto a 2022”, dijo en entrevista exclusiva para El Diario Luis Arturo Bárcenas, jefe de la Unidad de Investigación de la consultora Ecoanalítica.
Con ese resultado, Ecoanalítica estimó que el flujo de remesas tendría una caída de al menos 10,26 % en Venezuela con respecto a 2022.
Bárcenas explicó que de acuerdo con la Encuesta Encovi de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la remesa en el 2022 comenzó a pesar menos dentro de los ingresos que declara cada hogar. Esto en principio como una consecuencia de la recuperación económica del país durante el año pasado, aunado al contexto de la dolarización en el que algunas personas reciben dólares.
«Esos elementos en contexto permitieron puntualmente en algunos hogares recuperar el poder adquisitivo. En ese sentido, la remesa ha sido enviada en menor proporción por los migrantes sobre todo en un entorno donde los venezolanos están en buena parte en Estados Unidos y Europa donde esas economías se han visto directamente afectadas por la aceleración de los precio«, expresó.
Para el economista, hay factores clave que pudieran condicionar la cantidad de dinero que pueden enviar los migrantes a sus países de origen. Uno de ellos, según Bárcenas, es que dispongan de menos excedentes en sus salarios para mandar porque tienen elevados gastos de servicios públicos básicos y alimentos debido a los repuntes de la inflación en sus países de acogida.
«O probablemente, los que envían de manera formal (es decir, que están bancarizados) pueden estar enfrentando altas tasas de interés por algún endeudamiento que hayan adquirido previamente al punto de no contar con suficientes recursos para enviar remesas”, dijo.
Para Ecoanalítica, la recuperación incipiente de la economía venezolana hace que las personas desde el exterior envíen menos remesas como una suerte de ajuste a las condiciones “no tan precarias” por las que atraviesa el país.
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