Meses y hasta años registran habitantes de la Península de Paraguaná sin agua por tuberías. Denuncian que el suministro es “un negocio” tanto para los dueños de camiones cisternas como para la empresa estatal Hidrofalcón.
Por Corresponsalía La Patilla
En Punto Fijo, principal ciudad de la Península de Paraguaná, hay un llenadero que está conectado directamente a los tubos que atraviesan la carretera Coro-Punto Fijo y que lleva agua a la península desde el acueducto El Falconiano.
Sin embargo, las comunidades de Paraguaná pasan como mínimo un mes sin el suministro de agua por tuberías, aunque en los pueblos la situación empeora: existen lugares con muchos años sin el servicio.
Buscar agua, una costumbre
Los paraguaneros han tenido que ingeniárselas para obtener agua potable. Algunos compran a los camiones cisternas privados 1.000 litros por 10 dólares; ninguno vende menos de ese volumen, porque “no es rentable”.
Tal como si vivieran en el desierto, en algunos pueblos se dan a la tarea de abrir huecos en la arena para buscar agua salobre, que han debido consumir ante la falta del líquido que debería enviar Hidrofalcón.
Otros paraguaneros han arreglado coches, sillas de ruedas, carretillas y hasta han fabricado con material reciclado, unos carros que empujan con su propio peso para trasladar pipas y tobos con agua a sus hogares.
Los envases son llenados en las tomas clandestinas que instalan en las tuberías que recorren la intercomunal Alí Primera de Punto Fijo y que siempre tienen agua, porque también surten al Complejo Refinador de Paraguaná (CRP) ante la falta de las plantas desalinizadoras, las cuales están dañadas. La información la confirmaron a lapatilla.com varias fuentes confiables de Hidrofalcón y las refinerías Amuay y Cardón.
Este lunes 12 de marzo, los dueños de cisternas denunciaron que aumentaron el precio del agua, tarifa que se había mantenido desde hace dos años aproximadamente cuando se dolarizó la venta del recurso hídrico. Hasta la semana pasada pagaban tres dólares por cada mil litros, y actualmente están pagando cuatro dólares más el 12% del IVA, que anteriormente no lo incluían en el precio.
“Nosotros echamos gasolina dolarizada y pagamos para no hacer cola cuando nos cae la huella. Nosotros somos los que estamos sacando ´la pata del barro´ a la gente, porque Hidrofalcón no tiene camiones. Si nos aumentan el precio del agua, vamos a aumentar nosotros también”, dijo Nelson Pereira, quien recordó que a la población solo se les cobra es el transporte del agua, ya que los repuestos y el mantenimiento de los camiones son sumamente costosos.
Comunidades buscan alternativas
Este fin de semana, la población de Judibana protestó en la entrada de la urbanización, ya que cumplían un mes sin el servicio de agua potable. Esta localidad es parte del parque petrolero de Amuay. Allí viven mayoritariamente personas de la tercera edad, jubilados petroleros cuyos hijos están fuera del país. Se niegan a emigrar, porque no quieren dejar sus casas solas y abandonadas.
“Anteriormente el agua llegaba a Judibana diariamente. Nosotros tenemos un tanque que se llenaba en Pdvsa y no nos faltaba el agua por las plantas desalinizadoras. De un tiempo para acá, la situación ha empeorado y no nos mandan agua, hasta dos meses hemos estado sin el servicio. La mayoría no tiene para comprar a camiones cisternas, entonces tampoco nos explicamos cómo hay agua para las cisternas y no para nosotros. ¿Por qué hay agua para llenar los camiones que nos cobran en dólares y no para poner el agua por tuberías?”, cuestiona Eusebio Hernández.
Un lugar de enchufados
Los pueblos de la Península de Paraguaná, ubicados en el municipio Falcón, son los más afectados. Sectores como San Pedro de Adícora registran 18 años sin bombeo de agua, porque se llevaron la tubería e Hidrofalcón más nunca la llevó. “Yo vivo en San Pedro de Adícora, pero allá todo el mundo se va a otros pueblos vecinos a vivir, porque no llega agua. Es un pueblo abandonado en todos los sentidos. De paso, los cisterneros se aprovechan de la situación y nos venden una pipa de 200 litros en 5 dólares, y la mayoría somos criadores de animales o pescadores, no ganamos para eso”, dijo Edisabel Vivas, una mujer que se mudó para Buchuaco en busca de mejor calidad de vida.
En El Supí, un sector pescador ubicado a orilla de la costa norte y que ha sido catalogado por los gobernantes de turno como “destino turístico”, recibe agua solo al centro de la zona. Los demás habitantes sobreviven con pozos de agua salobre, que usan para lavar la ropa, limpiar sus hogares, cocinar y hasta bañarse. “Cuando se puede, compramos agua a los camiones cisternas, pero es caro, y si se compra es solo para tomar”, dijo Alejandra Díaz, habitante de la zona.
El suministro de agua se cumple en Adícora, una playa que se ubica justo al lado de Buchuaco y El Supí, pero que actualmente es impulsada por el régimen de Nicolás Maduro como “destino turístico”. Allí construyeron sus casas los Flores, familia de Cilia Flores, esposa de Nicolás Maduro, y la hija del fallecido presidente Hugo Chávez, María Gabriela Chávez. Como es de suponerse, el suministro de agua potable es casi diario: de los siete días de la semana, el servicio solo falta dos días.
“Aquí llega más agua que en Punto Fijo, que se supone que es la ciudad principal. Yo me vine para la casa de unos familiares con mis hijos. Se dañaron los transformadores y los pusieron inmediatamente, llega el agua casi siempre y las cosas están mejores por aquí. Esto parece otro lugar del país, pero no Falcón”, dijo Martina Díaz, mientras comparaba la principal ciudad con Adícora, un destino que se ha convertido en la playa preferida por los enchufados de Venezuela.