Los “coyotes” cobran entre 5 y 12 mil dólares y el viaje implica el riesgo de secuestros extorsivos, abusos sexuales, robos y asaltos en el camino. Pero eso no detiene a los deseperados.
Por infobae.com
¡Treeeeeen al norte! ¡Treeen al norte! ¡Desde Ocotal (Nicaragua) para la Yunai! “El Gato Cruz” grita a todo pulmón y se filma mientras va a horcajadas sobre el vagón del tren denominado “La Bestia” que cruza México rumbo a Estados Unidos. Rubio, de ojos claros y de unos 50 años, “El Gato Cruz” se presenta como “guía”. No le gusta que lo llamen “coyote”. “Yo soy una persona que hace un servicio a los demás. Por decirle coyote a alguien, aquí muchos se han metido a problemas”, apunta.
“El Gato Cruz” conversó con Infobae vía telefónica desde el Petén, Guatemala, mientras regresaba a Nicaragua desde Estados Unidos. Este ha sido un año muy agitado. “Antes casi no se veían nicaragüenses viajando y ahorita, aquí mismo, estoy viendo como a 300 que van para arriba”, dice. Solo él ha colocado como a 40 nicaragüenses en la frontera estadounidense, en ocho viajes que ha hecho este año. Cada viaje le lleva entre 15 a 20 días, aunque este último, se queja, tardó casi un mes.
El intenso trabajo de “El Gato Cruz” este año se explica en el inusitado incremento que ha tenido la migración nicaragüense hacia Estados Unidos este 2021.
“Desde el 2018 han salido del país más de 200.000 personas. Cuando la represión legal y coercitiva se implementó a partir de mayo de 2021 con el encarcelamiento de líderes políticos y precandidatos a la presidencia, salieron del país más de 80.000 personas. La migración a Estados Unidos creció de menos de 5.000 personas antes del 2018, a 60.000 este año. A Costa Rica y Panamá el número de personas que han entrado desde Nicaragua es similar”, dice un informe presentado por el politólogo Manuel Orozco, analista del Diálogo Interamericano, en octubre pasado.
Los nicaragüenses han comenzado a salir masivamente de su país, sobre todo a partir de mayo de este año, cuando se inició una embestida represiva de Daniel Ortega, que incluyó citaciones a la Fiscalía de un centenar de personas por motivaciones políticas, incremento del asedio y vigilancia a opositores, cierre de medios de comunicación, detención de unos 70 líderes políticos, periodistas y empresarios, la ejecución de un fraude electoral y el incremento de las sanciones y el aislamiento al régimen de Nicaragua.
Ante la imposibilidad de votar en elecciones libres, los nicaragüenses “han decidido votar con sus pies”, dice Orozco, en referencia al éxodo a otros países en busca de seguridad política y económica. Destaca que, a diferencia de otros años, este 2021, el principal destino de quienes huyen de Nicaragua buscando mejor vida, es Estados Unidos.
“Este flujo no tiene precedente en la historia de Nicaragua”, dice Tiziano Breda, analista para Centroamérica de Crisis Group, quien considera como un indicador significativo la cantidad de nicaragüenses detenidos este año por las patrullas fronterizas de Estados Unidos, que anda por las 60 mil personas y podría llegar hasta 70 mil a diciembre del 2021. Solo en julio de este año, 13.338 nicaragüenses fueron detenidos en la frontera de Estados Unidos, una cantidad 52 veces mayor a los nicaragüenses detenidos en octubre de 2020. “Los nicaragüenses detenidos en julio en la frontera de Estados Unidos fueron más que los salvadoreños, que es una población que tiene una larga tradición (de migración a Estados Unidos)”, señala Breda.
Al mismo tiempo que los nicaragüenses marchan al norte, se incrementan las noticias de abusos sexuales, secuestros, robos y asaltos en su camino.
“¡URGENTE! La expresa política Ana Gabriela Nicaragua solicita su ayuda para recolectar el dinero que exigen para su rescate y de su pareja e hijo”. El anuncio circula con desesperación por las redes sociales esta semana. La información agrega que la última vez que se supo de esta familia de nicaragüenses fue cuando Ana Gabriela Nicaragua se comunicó desde Monterrey, México, a través del teléfono de su secuestrador para informar a su familia de su situación y pedir ayuda económica para su rescate. Y ahí mismo se dispone la cuenta en la que se recoge el dinero para su liberación.
Este tipo de anuncios se están volviendo comunes en Nicaragua. Hace apenas unos días, siete jóvenes nicaragüenses fueron liberados por una banda en México después de siete días de secuestro y el pago de 70 mil dólares que se reunieron de dólar en dólar en colecta públicas en las ciudades de origen de los secuestrados. Antes, fue un joven matrimonio y su hija de tres años, de la ciudad de Tipitapa, y muchos antes, el impactante caso del niño Wilton Gutiérrez, de 10 años, quien llegó a pedir ayuda a una patrulla fronteriza estadunidense luego que lo liberara la banda que lo secuestró a él y a su madre.
Para Breda, este tipo de casos no son nuevos en la frontera mexico-estadounidense. El secuestro extorsivo, los abusos sexuales, robos y asaltos han sido riesgos muy grandes para centroamericanos y haitianos. “Desgraciadamente para los nicaragüenses es novedad porque antes no se movían tantos”, dice. “Las condiciones de las que huyen los nicaragüenses y la desesperación hacen que sea aceptable el riesgo que se corre, porque son igual o menor al riesgo que significaría quedarse en el país”.
“Eso es lo que sucede cuando no se reportan con los carteles”, explica El Gato Cruz. “Cuando los agarra el cartel y dicen que vienen solos, el cartel no les cree, porque no se reportan y eso es el problema”.
El Gato Cruz lleva media vida cruzando la frontera sur de Estados Unidos. Lo ha hecho más de 100 ocasiones, dice. Ha sido detenido unas 20 veces. “Lo más que he estado preso son dos días”, relata. Según Cruz, un viaje desde Nicaragua cuesta unos cinco mil dólares hasta la frontera de Estados Unidos, en la ciudad fronteriza de Piedras Negras, Coahuila, México, y 12 mil dólares puestos en la ciudad de Houston, Texas, Estados Unidos.
“Si no tiene dinero, la gente empeña su casa, su moto, hace préstamos al banco, si tiene familiares allá (Estados Unidos) los familiares le ayudan”, relata Cruz. “Pero ese dinero incluye todo, comidas, alojamiento, transporte, mordidas, muchas mordidas, porque todo mundo quiere una tajada del venado. Una parte se la dan al coyote. A los carteles hay que pagarles”.
Dice que un colega de Murra, un pueblo del norte de Nicaragua, no hizo los pagos correspondientes a los carteles “y le mataron un montón de gente”. Cruz presume que nunca ha perdido a alguno de sus “pollos” como le llaman a los migrantes. “A mí no me han quitado, siempre he estado en la línea. No los conozco a ellos (jefes de los carteles), no los veo, todo es por teléfono. Saben mi nombre y yo sé cómo funciona el asunto”.
La secuestrada Ana Gabriela Nicaragua es opositora y fue presa política. Huyó de Nicaragua con su familia porque policías y paramilitares del régimen de Ortega la asediaban y temía en cualquier momento volver a prisión. “Hay una segunda ola de exiliados este año”, señala Tiziano Breda, para quien la primera ola se registró en 2018, cuando el régimen de Ortega reprimió militarmente las protestas masivas contra su gobierno.
Sin embargo, la crisis económica es la principal razón por la que los nicaragüenses dejan su país. “Siempre lo económico es los más importante, aunque a partir de mayo se incrementa la represión y se incrementa la migración”, señala Breda.
Estados Unidos, dice, se ha convertido en el principal destino del éxodo nicaragüense porque La situación económica de Costa Rica ha sido afectada por la pandemia y la respuesta de las autoridades migratorias costarricenses se ha ralentizado. “La última vez que yo hablé con la gente (de Migración) me decían que tenían como 90 mil casos no resueltos”.
Las matemáticas son sencillas. Mientras haya crisis en Nicaragua, habrá migración. Mientras más grande sea la crisis, más grande será la migración. La presión al régimen de Daniel Ortega, considera Tiziano Breda, “puede crear más pobreza y alimentar los flujos migratorios, y es un cálculo que sin duda se está haciendo al no imponer sanciones generales o sectoriales, como el Cafta (tratado de libre comercio), porque tendría un impacto muy fuerte”, pero tampoco puede “enfocarse en el esfuerzo diplomático, que hasta ahora no ha servido de mucho, dejando a Ortega en su estado policial, que de todas maneras aumentaría la corriente migratoria”.