Un tribunal de Kirguistán condenó este martes a cinco hombres a penas de prisión de hasta siete años por haber secuestrado a una mujer para casarla por la fuerza, una tradición en este país de Asia central.
Aizada Kanabekova, de 27 años, fue encontrada muerta en abril, dos días después de haber sido secuestrada en el centro de Biskek, la capital, por hombres que la metieron en un automóvil y la ataron.
Según los investigadores, su pretendiente, un taxista, violó a la joven y después la asfixió antes de suicidarse. Sus cuerpos fueron encontrados en el coche utilizado para el secuestro.
El secuestro fue grabado por cámaras de vigilancia y las imágenes se compartieron en las redes sociales, lo que provocó manifestaciones de cientos de personas.
La tradición de los matrimonios mediante secuestro es muy antigua en Kirguistán, un país con población sobre todo musulmana y habitado durante mucho tiempo por tribus nómadas.
Ya existía antes de que este territorio montañoso se convirtiera en una república soviética en los años 1920 y resistió a los intentos de las autoridades por erradicarla. Tras la caída de la URSS en 1991 fue a más.
El martes un tribunal de Biskek condenó a tres de los cómplices del asesino a siete años de prisión y a otros dos a seis años y medio. Además cada uno deberá pagar el equivalente a unos 1.000 euros (1.180 dólares) a la familia.
Esta práctica ancestral fue tolerada durante mucho tiempo en Kirguistán, pero en los últimos años las asociaciones se movilizan para cambiar las mentalidades.
En abril el presidente Sadyr Japarov pidió que el caso de Aizada Kanabekova se convierta en “el último secuestro de la historia” para un matrimonio forzado.
En 2018 la muerte de una estudiante kirguisa, Burulai Turdaaly Kyzy, de 20 años, asesinada por su secuestrador en una comisaría cuando iba a poner una denuncia contra él, desató protestas.
Según la ONU, uno de cada cinco matrimonios en este país pobre de 6,5 millones de habitantes se produce después de un secuestro.
AFP